sábado, 26 de marzo de 2011

Ángela Vilariño se convirtió la pasada semana en la primera mujer en vencer en un rally en Euskadi




La hondarribiarra Ángela Vilariño es, además de la primera mujer en ganar un rally en Euskadi, líder del Campeonato vasco de rallysprint.

Yo, Ángela



Ángela Vilariño se convirtió la pasada semana en la primera mujer en vencer en un rally en Euskadi
La hondarribiarra Ángela Vilariño es, además de la primera mujer en ganar un rally en Euskadi, líder del Campeonato vasco de rallysprint. 

Yo soy Ángela Vilariño (24-VIII-85, Hondarribia), la hija y la hermana, para lo bueno y para lo malo". Una chica alegre, sencilla, con una osadía que contradice a su timidez, discípula de la velocidad, la menor de la familia más laureada del automovilismo vasco, que se ha proclamado como la primera mujer en ganar una carrera de rallys en Euskadi y "creo que en España", como fue el caso del rallysprint de Hondarribia en su edición más numerosa en cuanto a participación. Caras de sorpresa estallaron cuando en el acto de entrega de premios ascendieron al peldaño más alto del podio dos mujeres, piloto y copiloto, Ángela y Ainhoa Sarasua. 
Hasta entonces, dentro del Subaru Impreza y con el casco ceñido viendo pasar curvas vertiginosamente, "eres uno más, seas chico o chica". Un binomio femenino en el seno de un mundo en el que impera lo masculino, caso extraordinario dentro de la excepcionalidad, un círculo en el que "sufres porque oyes de todo sobre dos chicas que intentan estar delante". Pero no hay como oídos sordos para las palabras necias.
"Mi padre (Andrés) dice que siendo chica y estando al volante, que si gano será la hostia y si no, pues bueno... Me dice que haga lo que haga, siempre estará bien hecho. El hecho de ser mujer y estar ahí es importante". Lo dice su aita, cuatro veces campeón de Europa de Montaña. Un tipo que sabe lo que cuesta formar parte de un mundo caro y que paradójicamente no da para amasar fortunas, "salvo que estés en el Mundial de Fórmula 1 o de Rallys". Y ser mujer puede llegar a ser un hándicap que se casa con el de viajar con un apellido reputado, como si hubiera más baches por esquivar en su empeño de trayecto profesional. "Estoy encantada de la familia que tengo", anticipa. "Todo lo que tenemos es gracias al trabajo que ha ido haciendo mi padre. Nosotros (ella y su hermano Ander, dos veces campeón de Europa de Montaña) también hemos trabajado, pero sin él hubiese sido diferente y más difícil. Lo sé y por eso estoy contenta. Es verdad que, por otro lado, ser Vilariño genera envidias o diferentes cosas. El que gana y tiene cosas, en unos lugares es querido y en otros, no tanto", explica la piloto, que pone de ejemplo la desagradable situación de tener que justificar sus gestas: "El Campeonato de Europa Femenino que gané en 2006 todavía está cuestionado. Hay gente que ha llegado a decir que ese título no existe, que nos lo hemos inventado. Imagínate. No sé si es porque soy chica o porque soy Vilariño". Invade la incomprensión.
Por eso ella se encierra en su caparazón. Es reservada. "Nunca me ha gustado hablar mucho porque hay gente envidiosa y mala", desvela. Ya desde pequeña era callada, cuando iba al colegio y sus compañeros alucinaban por lo poco común, cuando competía sola contra un imperio de chicos. Por eso ahora no se siente fuera de lugar. Está acostumbrada. Fajada. "En general, me siento a gusto; en ocasiones te llega alguna noticia desagradable y te sienta mal, pero lo más importante es sentirte bien contigo mismo". Y sonríe porque es feliz. Detiene el gesto, reflexiona, y vuelve a enseñar los dientes al narrar una anécdota sexista que le sucedió. No obstante, caballerosa, omite ensuciar el nombre propio del susodicho: "Una vez hablé con una persona que fue probador de Fórmula 1 y me dijo que una mujer no puede conducir un Fórmula 1, porque nunca estará tan fuerte físicamente como un hombre". De pronto, Ángela frena su sonrisa. Rostro firme, pensativo, pétreo. "Yo creo que no solo cuenta la fuerza. No sé cuál es el factor, pero para pilotar no solo vale la fuerza, son muchas cosas las que hay que tener", añade. Y algo sabe del tema, pues es toda una vida sobre baquets y motores.
un comienzo tardío "Aunque yo comencé a correr a una edad tardía, a los 12. Hoy en día se empieza a lo 4, 5 ó 6 años", apunta. A esa edad comenzó a competir. Si bien, con 10 años viajaba desde Hondarribia hasta Loiu para rodar en una explanada de un supermercado de venta para mayoristas. Pero era esporádico. "Luego, cuando mi familia abrió el circuito de Olaberria, con 12 años, empecé a correr en karts. A esas edades lo haces como algo que te gusta. Sueñas y piensas en hacer cosas. A los 14, en el Campeonato de España Junior de Karting, donde éramos 50, era la única chica y en la primera carrera, que se hizo en Madrid, fui cuarta, y en la segunda, tercera", reza orgullosa. Pronto vio que el sexo no importaba para ir rápido, aunque ella se exclamaba a sí misma: "Joe, si parezco un marichico". Sin pegas. El problema, "como el de cualquier joven que intenta dedicarse a algún deporte", era compaginar los estudios con las carreras. "Mi padre siempre nos ha dicho que lo primero es estudiar y el trabajo, porque el automovilismo es muy difícil que te dé dinero. Mi padre ha ganado muchos títulos y ha tenido muchos patrocinadores para poder correr gratis o comprarse la barqueta de último modelo, pero no para vivir de ello", resume. Así, a pesar de que "no me iba muy bien y me costaba mucho", de que "me desplazaba con los deberes para aquí y para allá" y reforzaba la enseñanza con clases particulares, Ángela se formó en administración e inglés.
Deportivamente, los títulos iban desfilando. Campeona de Euskadi de Karting Junior (1999 y 200), campeona de Euskadi de Resistencia Karting (2000 y 2001), cuarta en el Campeonato de España de Karting (2001), cuarta en el Campeonato Vasco de Montaña (2004), campeona del Campeonato de Europa de Montaña Femenino (2006), vencedora de la Copa de España de Resistencia Femenina y segunda en la clasificación absoluta (2009), campeona femenina y tercera en el global del Campeonato Vasco de Montaña (2010)... Son sus algunos de sus más ilustres logros que lucen "en una mesita" junto a los de su familia.
madre y piloto No todo era un camino de rosas, pues también fueron apareciendo exigencias en la vida de una mujer que pasó a ser la madre de Aitana, con ahora tres años y "un kart eléctrico", dejando aparcada la competición durante un año y medio después del embarazo. Un lapsus. "Nunca pensé en dejarlo. Alguna vez he pensado en ello, pero después de golpes fuertes o de ver accidentes graves. Cuando estás ahí te preguntas qué cojones haces. Pero cuando te gusta tanto, asumes el riesgo", enfatiza.
Precisamente uno de sus mayores sustos fue en el circuito Paul Ricard. "Me salí a 230, la barqueta cogió dos metros de vuelo y di dos vueltas de campana antes de aterrizar fuera del circuito. No me pasó nada no sé por qué", recuerda, aunque prefiere perderlo en los recovecos de la memoria. "El siguiente accidente fue el año pasado", coincidiendo con la primera carrera junto a su actual copiloto, Ainhoa. "Nos fuimos 50 metros barranco abajo y la chavala ha seguido conmigo. Ella me dice: Ángela, tú si te tiras a la piscina, yo voy detrás (risas). Yo si me tiran barranco abajo en la primera carrera, en la siguiente la digo que se busque a otra". Sin embargo, hay amor al arte.
"Ainhoa y yo habíamos hablado siempre de que correr juntas sería una pasada. Y la idea surgió cuando Suzuki me dijo el año pasado para correr con ellos y querían un equipo femenino. Entonces, la llamé". Y a través de la línea telefónica y por voluntad de la escudería arrancó el dúo. "Cuando montamos el equipo todo el mundo nos decía que sería un bombazo y que venderíamos un montón por ser dos chicas y no ha resultado ser así", reverdece. Una lástima acrecentada por la situación económica global. Sin embargo, la hondarribiarra respira satisfecha persiguiendo experiencia en los rallys con la intención de participar en pruebas concretas del Campeonato de España de la disciplina "para ver si el año que viene podemos competir allí, subiendo escalones", consciente de que abre camino dejando una huella imborrable en la memoria, con la pena de no tener ante sí grandes referentes femeninos que "permiten ver hasta dónde puedes llegar" en el mundo del automovilismo, aunque feliz por ser mujer, madre, piloto y Vilariño de apellido, la mejor en Hondarribia, de entre ellas y ellos, la líder del Campeonato de Euskadi de Rallysprint, Ángela.

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